Fuente: Diego Ramírez Lema, especial para El Espectador
«Las políticas y planes nacionales deben ser más efectivos, coherentes, integrales y articulados. El problema de la gestión del riesgo o adaptación al cambio climático no es posible resolverlo en un cuatrienio y debe plantearse una agenda clara y acotada que contribuya con acciones concretas y claves de desarrollo con transformación»
La gestión del riesgo de desastres es el know how de Manizales; es decir, lo que mejor sabe hacer la ciudad. Por ello, el reconocimiento y prestigio nacional e internacional de que goza de larga data. Dispuesta a convalidar y acrecentar su reconocimiento y prestigio nacional e internacional, Manizales celebrará entre el 20 y 24 de mayo, 2024, la III Conferencia Interamericana sobre Reducción del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, en la sede de la Universidad Nacional de Manizales.
Por su parte, el Centro Internacional de Excelencia en Gestión del Riesgo y Adaptación al Cambio Climático de la Universidad Nacional, sede Manizales, entre otros, prestará apoyo técnico y científico a la Conferencia Interamericana.
Alma y nervio de este Centro es el manizaleño Omar Darío Cardona, experto internacional ampliamente conocido en gestión del riesgo de desastres y quien es hoy nuestro entrevistado. Profesor titular asociado en Gestión del Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático en el Instituto de Estudios Ambientales, Universidad Nacional, sede Manizales, es asesor del BID, el Banco Mundial, y agencias de la ONU y fue director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres de Colombia. En 2004 recibió el Premio Sasakawa de la ONU por sus contribuciones a la evaluación y gestión del riesgo de desastres a nivel internacional. Actualmente, es miembro del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (IPPC).
P. Se sabe que Colombia es uno de los 11 países más vulnerables al cambio climático. En este contexto ¿qué mensaje le enviaría a la dirigencia política, empresarial y académica?
R. El riesgo de desastres, aunque para las campañas y agendas políticas no es una prioridad o un tema visible y relevante -excepto cuando el desastre se ha materializado y hay que atenderlo o hay que realizar procesos de recuperación-, es una circunstancia usualmente intangible, pero al mismo tiempo implícita e inevitable cuando hay “elementos expuestos vulnerables” y existe una falta de resiliencia de las comunidades propensas y susceptibles a ser afectadas por posibles amenazas; sean estas naturales, tecnológicas, biológicas o contaminantes. Gobernar es anticiparse; el riesgo de desastres no solo exige preparación para la respuesta operativa ante emergencias y ayuda humanitaria, sino reconocer que es necesario reducir la vulnerabilidad y promover la prevención, teniendo en cuenta que además de que existen amenazas, como las hidrometeorológicas, derivadas de la variabilidad climática -y algunas exacerbadas por el calentamiento climático-, también es necesario reconocer que existen condiciones de exposición y vulnerabilidad que son resultado de una construcción social, económica y ambiental. Condiciones que son, en buena parte, el resultado de la insostenibilidad, la falta de prevención, de las carencias del modelo de desarrollo, de la inequidad, la exclusión, la corrupción, el deterioro ambiental y la ausencia de una efectiva y eficaz gobernanza.
P. ¿Qué importancia tiene actualmente el riesgo de desastres para los organismos multilaterales?
R. El riesgo de desastres, sus implicaciones para el desarrollo socioeconómico y para el ambiente, los pasivos contingentes que representa desde el punto de vista macroeconómico y financiero para un país, actualmente es un tema de especial relevancia para los organismos multilaterales; dados los efectos y el impacto que tiene para el logro de los objetivos del desarrollo sostenible y los acuerdos internacionales en materia de mitigación y adaptación del cambio climático.
P. ¿Cómo evaluaría hoy la institucionalidad y las políticas públicas frente al riesgo de desastres?
R. Colombia cuenta con una institucionalidad y políticas públicas frente a este problema, pero esta institucionalidad debe fortalecerse debido a su marasmo y a su falta de efectividad. Las políticas y planes nacionales deben ser más efectivos, coherentes, integrales y articulados. El problema de la gestión del riesgo o adaptación al cambio climático no es posible resolverlo en un cuatrienio y debe plantearse una agenda clara y acotada que contribuya con acciones concretas y claves de desarrollo con transformación, con su debido presupuesto, sabiendo que se trata de contribuir a abordar un problema que tendría que enfrentarse durante al menos tres décadas, por el alto riesgo de desastres que se ha construido social y ambientalmente en el país. El problema es muy relevante y hacen falta propuestas claras e idóneas acerca de ¿qué fracción del problema se intentaría afrontar de este propósito nacional al largo plazo? Esfuerzo de desarrollo que no es otro que la reducción efectiva de la exposición y la vulnerabilidad (en su dimensión física, social, ambiental, educativa, de gobernanza, etc.), que son los principales factores de riesgo de desastres del país y que de seguir aumentando derivarán inevitablemente en desastres, con o sin cambio climático.
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