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Gestión y adaptación

Evaluación holística

El riesgo no solo tiene que ver con la potencial ocurrencia de eventos, sino que también es el resultado de un desarrollo urbano desorganizado y prácticas y actividades inadecuadas de la población que conducen a la construcción de elementos susceptibles al daño en zonas propensas al riesgo, además de comprometer las capacidades de respuesta y recuperación de las comunidades.

Más allá de las pérdidas potenciales que una sociedad puede experimentar, factores sociales, económicos, ambientales y culturales, pueden mejorar o empeorar las condiciones de una comunidad para responder y recuperarse de eventos adversos.

Estos factores juegan un rol muy importante en la construcción de riesgo futuro, así como el riesgo actual es resultado de decisiones pasadas. Aunque en los últimos años se ha avanzado en el desarrollo de prácticas y actividades para la disminución y mitigación del riesgo, la reducción del riesgo físico es un proceso largo y constante. Por otro lado, el incremento y la acumulación de vulnerabilidad son alarmantes, resultado entre otros, de factores como la toma de decisiones desinformadas por parte tanto de las autoridades políticas como de la comunidad, lo cual refleja una falta de efectividad en la gestión del riesgo.

Por lo tanto, una estrategia de gestión integral del riesgo debe estar basada en un enfoque multidisciplinario que considere no solo el riesgo físico y los impactos directos, sino también un conjunto de factores socioeconómicos que favorecen impactos secundarios o intangibles en caso de la ocurrencia de un evento, tal como el impacto social que se deriva de los efectos físicos o daños y que está relacionado con los efectos en la población, en sus medios de sustento e ingresos, en las interrelaciones sociales y productivas, y en los servicios y valores culturales.

El enfoque holístico para la evaluación del riesgo busca reflejar el riesgo total, considerando, por un lado, la vulnerabilidad física o daño físico potencial, que está directamente conectado a la ocurrencia de eventos, y por el otro, capturando como los factores de riesgo subyacentes – sociales, económicos y ambientales (coeficiente de agravamiento, F) – que no están relacionados directamente con la amenaza, agravan las condiciones frente al riesgo físico actual, en términos de capacidad para resistir, responder y recuperarse de los efectos adversos de los impactos.

Múltiples aplicaciones de este enfoque tanto a nivel urbano como a nivel país en los últimos años han demostrado que la evaluación holística es una herramienta útil para evaluar, comparar y comunicar el riesgo, al mismo tiempo que facilita y orienta la toma de decisiones, contribuyendo al mejoramiento de la efectividad de la gestión del riesgo, así como a la identificación y priorización de medidas factibles y eficientes de prevención-mitigación en sus diferentes dimensiones.